¿Alguien pensó en algún momento que el Mobile World Congress no se celebraría?
Sin entrar en los motivos ‘reales’ para que tal hecho haya sucedido, es evidente que la actual situación en China ha tenido un efecto devastador, en este caso y en otros muchos. Inevitablemente, todo ello lleva a las organizaciones a la necesidad de plantearse como gestionar adecuadamente los riesgos en el mundo VUCA en que vivimos.
Si, hablamos hoy en día de entornos VUCA (por sus siglas en inglés de Volátil, Incierto, Complejo, Ambiguo), pero lo cierto es que el término aparece, de forma contradictoria, en los inicios de la Guerra Fría. Contradictoria, porque es a partir de entonces, cuando la certidumbre, la falta de volatilidad y la previsibilidad imperan durante varios decenios. ¿Por qué, de hecho, ya desde hace bastantes años, toma este acrónimo tal relevancia? A mi entender, el factor decisivo que ha contribuido a tal efecto ha sido la globalización, habiendo pasado de desarrollarnos y relacionarnos en entornos relativamente controlables y controlados, a escenarios complejos, con ‘injerencias’ y efectos de otras zonas geográficas, de otras sociedades, de otras formas de pensar, y en especial de otros competidores.
Parafraseando al filósofo Zigmund Bauman, diríamos que hemos sufrido un proceso de deshielo, pasando de estructuras sociales rígidas, sólidas, a un tiempo ‘líquido’, donde el entorno tan cambiante no permite estabilidad, y donde las personas y las organizaciones deben cambiar de tácticas y estrategias. En esta situación es extremadamente complicado mantener el status quo, en general de las sociedades del bienestar en que nos encontramos, y en particular de los negocios, y concretamente de la función de Compras y el reto de la sostenibilidad. Ciertamente el entorno VUCA y la dificultad para mantener ‘lo conocido’ hace que preservar la sostenibilidad se haya convertido en uno de los elementos primordiales en la gestión de riesgos de las organizaciones.
Situaciones como la provocada por el virus COVID-19 pone en evidencia la necesidad de disponer de una gestión de riesgos precisa, rigurosa y eficaz.
La sostenibilidad en la función de Compras pasa, lógicamente por mantener la consecución de beneficios para las organizaciones, pero poniendo el foco en el impacto social y económico, y contribuyendo a la mejora del entorno medioambiental. Esta tarea no logrará llevarse a cabo simplemente con una magnífica gestión por categorías o manteniendo buenas relaciones con los distintos stakeholders. Llegados a este punto, es necesario dotar a la función de Compras de nuevas capacidades y conocimientos, pero en especial de una visión diferente del futuro, quizás más a corto y medio plazo, por la ‘liquidez’ del entorno que comentábamos, y donde la gestión de riesgos se convierta en un pilar fundamental.
Situaciones como la provocada por el virus COVID-19, conocido como Coronavirus, han evidenciado, en especial, la incertidumbre y volatilidad a que los mercados y las organizaciones están sujetos hoy en día, con diferencias relevantes en el diagnóstico y las decisiones a tomar. En todo caso, la principal evidencia a que dicha situación nos lleva directamente es la necesidad de disponer de una gestión de riesgos precisa, rigurosa y eficaz en la mitigación de estos.
En este sentido, ¿has pensado en la continuidad de tu negocio en relación con los múltiples factores que pueden ponerla en riesgo? ¿podrías garantizar tu producción en caso de fallo de suministro por parte de tus proveedores? ¿Y los proveedores de tus proveedores? ¿dispones de una cobertura legal adecuada, con documentos contractuales sólidos y de garantía? … Podría seguir con una larga lista de preguntas, pero lo único cierto es la necesidad de anticiparte a lo imprevisible e impredecible y dejarte acompañar por quienes, desde la objetividad, podemos ayudarte en el diagnóstico y contribuir con soluciones.
La globalización ha permitido la expansión de los negocios, los intercambios multiculturales, el crecimiento de sociedades en desarrollo e incluso el incremento de la sensibilidad global a la emergencia climática que vivimos. Pero no es menos cierto que también debemos combatir los efectos negativos, que existen, por lo que desde las organizaciones debemos tomar conciencia de los riesgos, en general en toda la cadena de valor, y en particular, en aquellos elementos clave para la continuidad de los negocios.